Proceso terapéutico en psicología

Proceso terapeútico
Proceso terapéutico

Un proceso terapéutico es el conjunto de intervenciones planificadas y estructuradas que un profesional de la salud mental realiza con una persona o grupo, con el objetivo de mejorar su bienestar psicológico, emocional y conductual, buscando la resolución de conflictos y el desarrollo personal. 

Como todo proceso, también enfrenta desafíos como la resistencia al cambio y la dificultad para expresar emociones, lo que requiere un ambiente de confianza y seguridad.

¿Qué es un proceso terapéutico?

El proceso terapéutico es una serie de interacciones planificadas entre paciente y terapeuta que buscan generar un cambio psicológico positivo.

Cada intervención está adaptada a las necesidades y objetivos de la persona, y puede incluir diferentes enfoques, los cuales se sostienen en evidencia, una estructura ordenada de trabajo, escucha activa y la construcción de un vínculo terapéutico seguro.

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Etapas del procedimiento terapéutico

Aunque cada enfoque psicológico tiene sus particularidades, el proceso terapéutico suele seguir varias fases, según diferentes autores; iniciando desde el primer contacto, donde el paciente o consultante decide buscar ayuda.

a) Evaluación inicial

Esta fase, comienza con la primera entrevista y continúa con la recolección de información sobre el motivo de consulta, la historia personal, los síntomas actuales y los factores contextuales. 

Se utilizan entrevistas clínicas, cuestionarios y observación para elaborar la historia clínica, determinar un diagnóstico psicológico, de ser necesario, y armar un plan de intervención.

En este punto, el paciente tiene la libertad de indagar sobre el enfoque, tipo de abordaje, tiempo estimado de intervención y todo lo que guste saber sobre la terapia. 

De acuerdo con investigaciones, tras la primera entrevista psicoterapéutica, entre el 15 y el 17% de los pacientes no van a la primera sesión, y cerca del 30% abandonan después de la primera o segunda sesión.

b) Establecimiento de objetivos

Paciente y terapeuta acuerdan metas específicas, realistas y medibles.  Estos objetivos guían el desarrollo de la terapia y permiten evaluar el progreso.

c) Intervención o tratamiento

Consiste en aplicar técnicas terapéuticas basadas en la evidencia y dotar de y estrategias específicas según el enfoque psicológico utilizado. En esta fase, el paciente trabaja activamente en comprender sus emociones, pensamientos y conductas, así como en adquirir herramientas para manejar dificultades.

d) Seguimiento y evaluación del progreso

A lo largo del proceso, el terapeuta evalúa la efectividad de las intervenciones y realiza ajustes según la respuesta del paciente, adaptando el plan de tratamiento según sus necesidades.

e) Cierre o finalización

El cierre del proceso terapéutico es tan importante como su inicio. Es la etapa en la que se concluye el trabajo terapéutico, ya sea por cumplimiento de objetivos, finalización del plan, o por otras razones. Este momento debe ser planificado y se debe preparar y avisar con anticipación al paciente. 

En este punto, se da una revisión de logros, reafirmarlos y consolidarlos, a la vez de reconocer esfuerzos, y prevenir recaídas. Un final adecuado evita la dependencia emocional del paciente y refuerza su autonomía, brindando un feedback de todo el proceso para un cierre consciente y una despedida. 

En algunos casos, se acuerda un seguimiento puntual después de un tiempo para evaluar la estabilidad de los avances.

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10 Factores que influyen en el éxito del proceso terapéutico

  • Rapport: La primera interacción, la cual implica una conexión inicial de sintonía y puede brindar una sensación de confianza y comodidad, en un sitio seguro. 
  • Vínculo terapéutico: Relación sólida y basada en la confianza, donde exista colaboración. 
  • Motivación del paciente: La disposición al cambio es el pilar fundamental para que un proceso terapéutico sea exitoso. 
  • Nivel de autoconciencia: La capacidad de reconocer pensamientos, emociones y comportamientos problemáticos facilita la intervención.
  • Recursos personales y sociales: Apoyo familiar, habilidades de afrontamiento y resiliencia contribuyen al progreso.
  • Competencia profesional del terapeuta: Conocimiento, formación, actualización constante y manejo de empatía con habilidades de comunicación.
  • Autocuidado del terapeuta: Reconocer y regular las propias emociones y prejuicios, cuidando la contratransferencia. 
  • Grado de compromiso y asistencia: La regularidad en las sesiones y la práctica de estrategias aprendidas fuera de la consulta refuerzan los resultados.
  • Uso de técnicas validadas científicamente: Las técnicas basadas en evidencia, brindan mayor soporte y eficacia durante todo el proceso terapéutico.
  • Adaptación cultural y contextual de la intervención: El terapeuta debe tener la capacidad para adaptarse a las necesidades de cada paciente, con flexibilidad y ajuste necesario del enfoque terapéutico. 

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Consideraciones importantes

  • Cada proceso es único y se adapta a las características, necesidades y ritmo del paciente.
  • La relación terapéutica es un componente central: la confianza y el vínculo entre paciente y terapeuta son fundamentales para la efectividad.
  • No siempre implica la eliminación completa de los síntomas; muchas veces se busca mejorar la funcionalidad y calidad de vida del paciente.

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Conclusiones

El proceso terapéutico en psicología constituye una experiencia compleja y dinámica que trasciende la simple aplicación de técnicas. Implica una relación de colaboración entre paciente y terapeuta, sostenida en la confianza, la empatía y el uso de estrategias basadas en la evidencia científica. 

Su éxito depende de múltiples factores, como la motivación del paciente, la construcción de un vínculo terapéutico sólido y la capacidad del terapeuta para adaptarse a las necesidades y contextos individuales.

Más que un camino lineal, la terapia se entiende como un espacio flexible en el que se acompaña al consultante en la exploración de sus emociones, pensamientos y conductas, favoreciendo la autoconciencia, el afrontamiento saludable y el fortalecimiento de recursos internos, es decir, es un camino de transformación que requiere compromiso mutuo, apertura al cambio y una alianza terapéutica que funcione como motor principal.

Referencias

Cionini, L., & Provvedi, G. (s.f.). Comprensión y explicación en el proceso psicoterapéutico: La co-construcción de la “lógica” del síntoma por parte del paciente y del terapeuta. Revista de Psicoterapia, XIV(56), 49–62. Facultad de Psicología de la Universidad de Florencia y Escuela de Psicoterapia Cognitiva de orientación constructivista del CESIP de Florencia.

 Instituto Salamanca. (2017, 3 de agosto). Proceso terapéutico psicológico: Fases, beneficios y desafíos.

Montaño-Fidalgo, Montserrat, Froján-Parga, María Xesús, Ruiz-Sancho, Elena María, & Virués-Ortega, Francisco Javier. (2011). El Proceso Terapéutico “Momento a Momento” desde una Perspectiva Analítico-Funcional. Clínica y Salud22(2), 101-119.

¿Qué es una persona transgénero?: Desmitificando conceptos

Qué es una persona transgenero
¿Qué es una persona transgénero?

El término transgénero está referido a un espectro amplio de individuos que transcienden o que de forma persistente se identifican con un género diferente al que le fue asignado al nacer, según su sexo biológico. Por ello, cuando la pregunta parte de “¿qué es una persona transgénero?”, describe a aquellas personas cuya identidad de género (la vivencia interna y personal de sentirse hombre, mujer, ambos, ninguno o en un punto intermedio), no coincide con el sexo asignado al nacer.

¿Qué es una persona transgénero?

Entender qué es una persona transgénero implica reconocer que la identidad de género es una experiencia profundamente arraigada que no depende únicamente de factores biológicos, sino también de variables psicológicas y sociales (World Health Organization [WHO], 2018).

 Algunos de los factores psicológicos esenciales, implican: 

Factores psicológicos clave

  1. Identidad de género: Experiencia interna de género, independiente del sexo biológico.
  2. Expresión de género: Manera en que se comunica el género a través de la ropa, el lenguaje corporal, el nombre o la voz.
  3. Transición: Proceso (social, legal, médico) que una persona trans puede o no emprender para alinear su vida externa con su identidad de género.
  4. Acompañamiento psicológico afirmativo: Modelo terapéutico que valida la identidad de la persona, promueve la autoestima y ofrece apoyo frente a la discriminación.

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Identidad de género y expresión de género

Cuando la pregunta es qué es una persona transgénero, significa que el género sentido internamente no se alinea con el que la sociedad espera según las características físicas al nacer. Algunas personas trans realizan un proceso de transición social, médica o legal para alinear su expresión de género y su cuerpo con su identidad.

  • Transición social: Cambio de nombre, pronombres, vestimenta y forma de interactuar.
  • Transición médica: Terapias hormonales y/o cirugías, siempre bajo supervisión profesional.
  • Transición legal: Reconocimiento del género en documentos oficiales.

No todas las personas transgénero eligen o pueden acceder a todos estos pasos, y su identidad sigue siendo válida independientemente de ello.

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Diferencia entre transexualidad y transgénero 

La diferencia entre transgénero y transexualidad radica en que, al preguntarse qué es una persona transgénero, se hace referencia a un término amplio que engloba a todas las personas cuya identidad de género no coincide con el sexo asignado al nacer, sin que esto implique necesariamente cambios físicos o médicos. 

Mientras que transexualidad es un concepto más específico y tradicionalmente ligado a quienes desean o han realizado una transición médica (como terapia hormonal o cirugía) para adecuar su cuerpo a su identidad de género; en la actualidad, la psicología y la OMS priorizan el uso de transgénero por ser más inclusivo y menos patologizante. 

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Persona transgénero y enfermedad mental 

El individuo que es una persona transgénero, no debe considerarse como alguien con un trastorno mental.  La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la APA han eliminado la “transexualidad” de las categorías de enfermedades mentales, ubicándola en el marco de la salud sexual y el bienestar.

Asimismo, la disforia de género (según el DSM-5-TR, APA, 2022), es un diagnóstico que tanto las personas transgénero como aquellas que se identifican con el término transexual pueden recibirlo si experimentan un malestar clínicamente significativo debido a la incongruencia entre su identidad de género y el sexo asignado al nacer. Sin embargo, ser transgénero o transexual no implica necesariamente tener disforia de género.

Lo que puede generar malestar clínico en algunas personas trans no es su identidad de género en sí, sino el estrés de minoría: el conjunto de tensiones psicológicas derivadas de la discriminación, el rechazo social, la violencia y la falta de reconocimiento legal o médico. 

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Conclusiones

Comprender qué es una persona transgénero implica ir más allá de etiquetas y estereotipos para reconocer que se trata de una vivencia interna y auténtica de género que no siempre coincide con el sexo asignado al nacer. No es una condición patológica, sino una expresión legítima de la diversidad humana, respaldada por factores biológicos, psicológicos y sociales. 

Ser trans no equivale a tener disforia de género, sin embargo, el mayor malestar surge por el estrés de minoría. 

En este sentido, el acompañamiento psicológico afirmativo, el respeto a la identidad y la reducción del estigma son claves para el bienestar y la plena integración social de las personas trans.

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Referencias

American Psychological Association. (2015). Guidelines for Psychological Practice with Transgender and Gender Nonconforming People.


Martínez de Ring, María Elena. (2019). Transgénero, no es una enfermedad. Revista Cubana de Salud Pública45(4), . Epub 16 de marzo de 2020.

Serón D., Tomás, & Catalán Á, Manuel. (2021). Identidad de Género y Salud Mental. Revista chilena de neuropsiquiatría , 59 (3), 234-247. 


Soley-Beltrán, Patricia. (2014). Transexualidad y Transgénero: una perspectiva bioética. Revista de Bioética y Derecho , (30), 21-39. 

World Health Organization. (2018). International Classification of Diseases 11th Revision (ICD-11).

Autolesión en adultos: Comprensión clínica 

autolesión en adultos
Autolesión en adultos

La autolesión en adultos es un fenómeno complejo que implica hacerse daño físico de manera intencional, sin la intención explícita de acabar con la vida. Este comportamiento, también conocido como autolesión no suicida (ANS), suele ser un intento de manejar emociones intensas, aliviar tensión psicológica o recuperar una sensación de control. Aunque se asocia más comúnmente con la adolescencia, cada vez más estudios evidencian su presencia significativa en personas adultas.

¿Qué es la autolesión?

La autolesión se define como cualquier acto deliberado de daño corporal sin intención suicida, como cortarse, quemarse, golpearse o rascarse la piel hasta causar lesión (American Psychiatric Association, 2013). La autolesión en adultos, puede estar vinculado a:

  • Estrés crónico o eventos traumáticos.
  • Trastornos emocionales como depresión, trastorno límite de la personalidad (TLP) o ansiedad.
  • Dificultades para regular las emociones.
  • Experiencias adversas en la infancia, como abuso o negligencia.

Aunque no existe una intención directa de morir, las autolesiones aumentan el riesgo de intentos suicidas futuros.

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Factores psicológicos y emocionales

En la edad adulta, las autolesiones pueden cumplir distintas funciones psicológicas:

  • Regulación emocional: descargar emociones negativas intensas, como ira, tristeza o culpa.
  • Comunicación no verbal: expresar sufrimiento cuando las palabras no parecen suficientes.
  • Autocastigo: asociado a creencias de merecer dolor debido a sentimientos de culpa o vergüenza.
  • Recuperar control: generar una sensación momentánea de control frente al caos emocional.

Según Chapman et al. (2006), el dolor físico puede producir un alivio temporal al activar la liberación de endorfinas, lo que refuerza el comportamiento.

Trauma y autolesión en adultos

La autolesión en adultos puede comprenderse como una conducta asociada a experiencias traumáticas no resueltas, donde el dolor físico funciona como un anclaje frente a la sobrecarga emocional o a estados disociativos. Tras un trauma (especialmente en la infancia), el sistema nervioso puede quedar hipersensibilizado, dificultando la regulación emocional y generando respuestas extremas ante el estrés (van der Kolk, 2015). 

En estos casos, la autolesión busca interrumpir un malestar interno intolerable: durante episodios de disociación, el daño corporal actúa como una vía para “volver al presente”, mientras que, en momentos de intensa activación emocional, produce un alivio temporal al liberar endorfinas y reducir la tensión. 

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Autolesiones no suicidas vs riesgo suicida

Aunque el término autolesiones no suicidas (ANS) describe actos sin intención de morir, es importante no minimizar el riesgo. Pese a que su motivación principal no es la muerte, su presencia indica un alto nivel de sufrimiento psicológico y se asocia con un mayor riesgo de desarrollar conductas suicidas en el futuro, dependiendo de la frecuencia, gravedad y contexto emocional. 

Asimismo, este riesgo aumenta cuando las ANS se vuelven frecuentes, se combinan con consumo de sustancias o coexisten con depresión, trastorno límite de la personalidad o antecedentes de trauma. Por ello, toda autolesión debe evaluarse por un profesional de salud mental.

Tratamiento para las autolesiones en adultos

El tratamiento de las autolesiones en adultos debe abordar tanto los síntomas como las causas subyacentes.

Las terapias que han demostrado eficacia significativa, cuentan con la Terapia dialéctico-conductual (TDC), Terapias centrada en trauma, como EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares), y la Terapia cognitivo-conductual (TCC). 

Estos abordajes se centran principalmente en la regulación emocional, la tolerancia al malestar, el reprocesamiento de información desadaptativa, abordaje de pensamientos disfuncionales, y estrategias de afrontamiento. Asimismo, el tratamiento farmacológico puede tratar trastornos comórbidos como depresión o ansiedad.

Por último, las técnicas de autocuidado y sustitución de conductas, como escribir, el ejercicio físico, la respiración profunda o aplicar estimulación sensorial segura (por ejemplo, sostener hielo) pueden ayudar a manejar los impulsos.

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El papel del entorno social

El apoyo familiar y social resulta fundamental en casos de autolesión en adultos. Las personas que se autolesionan suelen temer ser juzgadas o incomprendidas, lo que incrementa el aislamiento. Las autolesiones a menudo se ocultan por vergüenza o temor al estigma.

Una comunicación empática, sin minimizar el dolor emocional, puede motivar a buscar ayuda profesional.

Conclusiones

La autolesión en adultos es un fenómeno multifactorial que, aunque no tenga una intención suicida directa, refleja un profundo sufrimiento emocional y la necesidad de estrategias de afrontamiento más adaptativas. 

Comprenderla permite identificar que no se trata de un simple “hábito dañino”, sino de un mecanismo complejo que responde a experiencias pasadas, estados emocionales intensos y, muchas veces, a la dificultad de expresar el dolor de forma verbal. 

Un abordaje integral, que incluya terapia psicológica, posible apoyo farmacológico, estrategias de autocuidado y un entorno social empático, ofrece mayores posibilidades de recuperación y prevención, ayudando a las personas a desarrollar recursos internos para regular sus emociones y afrontar el malestar sin recurrir al daño físico.

Referencias

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.).

Klonsky E. D. (2009). The functions of self-injury in young adults who cut themselves: clarifying the evidence for affect-regulation. Psychiatry research166(2-3), 260–268.

Mayo Clinic. (2024). Autolesiones/cortes: Síntomas y causas. Mayo Clinic.

Van der Kolk, B. A. (2015). El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma. Eleftheria.

Frases para trabajar en equipo: Claves para mejorar el rendimiento 

Frases para trabajar en equipo

Frases para trabajar en equipo

El trabajo en equipo es mucho más que una estrategia organizacional: es una habilidad humana fundamental que potencia la cooperación, la creatividad y el logro de objetivos comunes. Las frases para trabajar en equipo, cobran gran importancia, puesto que inspiran una actitud colaborativa, fomentan el logro de metas y optimizan recursos y tiempo.

Importancia del trabajo en equipo

La importancia del trabajo en equipo radica en que permite combinar habilidades, experiencias y perspectivas diversas para resolver problemas de forma más eficiente. Estudios de Katzenbach y Smith (1993) demuestran que los equipos bien estructurados no solo mejoran la productividad, sino que también incrementan la satisfacción laboral.

En el ámbito psicológico, trabajar en grupo fortalece el sentido de pertenencia y reduce el estrés, ya que las responsabilidades se distribuyen. Un equipo cohesionado también favorece la resiliencia organizacional, permitiendo adaptarse mejor a cambios y crisis.

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Ventajas del trabajo en equipo

Las ventajas del trabajo en equipo se manifiestan en varios niveles:

  1. Mayor creatividad: La diversidad de ideas fomenta soluciones innovadoras.
  2. Aprendizaje continuo: Los miembros comparten conocimientos y habilidades.
  3. Apoyo emocional: Un entorno colaborativo refuerza la motivación y reduce la ansiedad laboral.
  4. Eficiencia: Se optimizan los recursos y se agiliza la ejecución de tareas.
  5. Desarrollo de habilidades sociales: fomenta la comunicación efectiva y la gestión de conflictos.

Para lograr los objetivos y la armonía las frases para trabajar en equipo, potencian estas ventajas, fortaleciendo la confianza y motivación.

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Frases para trabajar en equipo

Las frases para trabajar en equipo, funcionan como recordatorios motivacionales de cooperación, donde la misma supera los logros individuales. Algunas frases para trabajar en equipo son:

  • “Llegar juntos es el principio, mantenerse juntos es el progreso, y trabajar juntos es el éxito” – Henry Ford.
  • “El trabajo en equipo divide el trabajo y multiplica los resultados.”
  • “Si quieres ir rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado.” – Proverbio africano
  • “La fuerza del equipo está en cada miembro individual, y la fuerza de cada miembro está en el equipo.” – Phil Jackson
  • “El talento gana partidos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia ganan campeonatos” – Michael Jordan.
  • “Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros” – Ken Blanchard.

Las frases para trabajar en equipo transmiten la idea de que la sinergia colectiva es más poderosa que el esfuerzo aislado.

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Trabajo en equipo en las empresas

En las organizaciones, el trabajo en equipo en las empresas es clave para alcanzar objetivos estratégicos. Según West, los equipos de alto rendimiento tienen metas claras, roles definidos y procesos de retroalimentación constantes. Además, fomentan un clima de confianza, donde cada miembro siente que su contribución es valiosa.

La implementación de dinámicas de grupo, reuniones efectivas y evaluaciones periódicas fortalece la cohesión. También es importante que los líderes promuevan la participación equitativa y reconozcan los logros colectivos. 

Cabe recalcar que muchas veces, se logra esta constancia y un mejor rendimiento, cuando existe inspiración con frases para trabajar en equipo, las cuales sostienen la motivación y el compromiso.

Factores para un trabajo en equipo eficaz

Para que el trabajo colaborativo sea exitoso, es fundamental:

  • Comunicación clara y abierta.
  • Objetivos comunes bien definidos.
  • Roles y responsabilidades específicas.
  • Respeto por la diversidad de opiniones.
  • Capacidad de resolución de conflictos.

El liderazgo positivo y el reconocimiento mutuo son elementos que refuerzan la motivación y el compromiso.

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Conclusion

El trabajo en equipo es una competencia esencial tanto en la vida laboral como personal. Su importancia reside en la capacidad de unir talentos diversos para lograr metas que serían inalcanzables de manera individual. 

Las ventajas abarcan desde una mayor creatividad hasta un ambiente laboral más saludable. Las frases para trabajar en equipo, cumplen como motor de colaboración, encaminadas a que la suma de los esfuerzos supere cualquier logro aislado.

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Referencias 


Gómez Mujica, Aleida, & Acosta Rodríguez, Heriberto. (2003). Acerca del trabajo en grupos o equipos. ACIMED11(6).

Rico, R., Alcover, C. M., & Tabernero, C. (2010). Efectividad de los equipos de trabajo, una revisión de la última década de investigación (1999–2009). Revista de Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, 26(1), 47–71.

Ube-Ronquillo, Cecilia Lorena. (2024). Trabajo en equipo como estrategia de aprendizaje en las ciencias sociales. Episteme Koinonía. Revista Electrónica de Ciencias de la Educación, Humanidades, Artes y Bellas Artes7(13), 366-384.

Problemas de conducta en adolescentes: Guía para identificarlos y abordarlos

problemas de conducta en adolescentes
Problemas de conducta en adolescentes

La adolescencia es una etapa de transición marcada por intensos cambios físicos, emocionales y sociales. En este periodo, es común que surjan comportamientos desafiantes o disruptivos. Sin embargo, cuando estas conductas exceden ciertos límites, pueden convertirse en problemas de conducta. Identificarlos a tiempo y actuar adecuadamente puede evitar consecuencias negativas en el desarrollo del joven y en su entorno familiar y escolar.

¿Qué son los problemas de conducta en adolescentes?

Los problemas de conducta son patrones persistentes de comportamientos que infringen normas sociales o afectan negativamente la convivencia, el aprendizaje o el bienestar del adolescente y su entorno. Estos pueden incluir desde desobediencia, agresividad verbal o física, mentiras frecuentes, hasta conductas delictivas o consumo de sustancias.

No se trata de simples “etapas” del crecimiento. Aunque ciertos desafíos son esperables en la adolescencia, es importante diferenciar entre lo esperable y lo preocupante. Los problemas de conducta en adolescentes suelen mantenerse en el tiempo, intensificarse o interferir en múltiples áreas de la vida, como la familia, la escuela y las relaciones sociales.

Causas de los problemas de conducta en adolescentes

Los problemas de conducta en adolescentes pueden estar asociados a múltiples factores, como problemas familiares, trauma, acoso escolar, dificultades de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo o incluso trastornos de conducta diagnosticables: 

  1. Factores familiares
  • Conflictos o violencia familiar.
  • Falta de límites claros o supervisión inconsistente.
  • Modelos parentales negativos o poco afectivos.

  1. Factores sociales
  • Influencia de pares con conductas problemáticas.
  • Exposición a ambientes violentos o marginales.
  • Problemas escolares, como fracaso o acoso.

  1. Factores individuales
  • Dificultades en el control emocional y la impulsividad.
  • Trastornos neurobiológicos o del desarrollo.
  • Baja autoestima o problemas de salud mental (ansiedad, depresión).

  1. Factores contextuales y culturales
  • Estrés socioeconómico.
  • Falta de oportunidades o apoyo comunitario.

La predisposición genética puede afectar aspectos como la impulsividad, la regulación emocional y la susceptibilidad a trastornos mentales. Sin embargo, los factores ambientales son la fuente principal para su expresión. Estos factores suelen combinarse y amplificarse entre sí, influyendo en la aparición y mantenimiento de conductas preocupantes en adolescentes.

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Conductas preocupantes en adolescentes

Algunas señales de alerta que pueden indicar un problema de conducta incluyen:

  • Agresividad constante hacia compañeros, docentes o familiares.
  • Desobediencia extrema o rechazo a toda figura de autoridad.
  • Aislamiento social o vinculación con grupos de riesgo.
  • Mentiras compulsivas o manipulación.
  • Fugas del hogar, ausentismo o abandono escolar.
  • Consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias.
  • Robos, vandalismo o violación de normas escolares.

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Problemas de conducta en el colegio

Uno de los contextos donde más se manifiestan estos comportamientos es la escuela. Los problemas de conducta en adolescentes presentadas en el colegio no solo afectan el rendimiento académico del estudiante, sino que también alteran la dinámica del aula, generando frustración en docentes y compañeros.

El adolescente con este tipo de conductas puede mostrar:

  • Interrupciones constantes en clase.
  • Falta de respeto hacia profesores y reglas escolares.
  • Agresiones físicas o verbales hacia otros alumnos (bullying).
  • Incumplimiento de tareas o ausencia reiterada.

Es clave que el colegio no solo actúe con sanciones, sino que implemente estrategias de contención, derivación a servicios de orientación escolar y trabajo en red con la familia.

Diferencia entre trastornos y problemas de conducta en adolescentes

Problemas de conducta en adolescentes y trastornos de conducta no son exactamente lo mismo, aunque están relacionados.

Los problemas de conducta son comportamientos desafiantes, disruptivos o inapropiados que pueden presentarse en adolescentes, como desobediencia, agresividad o incumplimiento de normas. Pueden ser puntuales o circunstanciales y no siempre implican un diagnóstico clínico.

Sin embargo, los trastornos de conducta son diagnósticos clínicos definidos en manuales como el DSM-5, que incluyen un patrón persistente y grave de comportamientos antisociales, agresivos o violatorios de normas y derechos de otros, con un impacto significativo en la vida del joven y su entorno.

Si bien, los trastornos de conducta son problemas de conducta, no todos los problemas de conducta llegan a ser trastornos clínicos.

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Abordaje 

El abordaje de los problemas de conducta en adolescentes requiere una evaluación integral que considere aspectos clínicos, familiares, escolares y sociales para identificar factores que mantienen o agravan estas conductas. Tras ello, se debe integrar con intervención psicoeducativa para mejorar la comunicación familiar, establecer límites claros y fomentar habilidades sociales y de resolución de conflictos.

  • Evaluación integral: Clínica, familiar, escolar y social.
  • Intervención psicoeducativa: Comunicación, límites y habilidades sociales.
  • Terapia psicológica: Abordaje de modificación de pensamientos, conducta y favorecimiento de regulación emocional.
  • Coordinación escolar: Adaptación del entorno y apoyo educativo.
  • Apoyo social y comunitario: Actividades recreativas y redes de apoyo.
  • Casos graves: Evaluación psiquiátrica y posible medicación.

Estrategias en terapia con el adolescente

  • Entrenamiento en habilidades sociales: Enseñar comunicación asertiva, resolución de conflictos y manejo de la frustración.
  • Técnicas de regulación emocional: Uso de mindfulness, respiración profunda y autoobservación para controlar impulsos y emociones intensas.
  • Reestructuración cognitiva: Identificar y modificar pensamientos negativos o distorsionados que influyen en la conducta.
  • Refuerzo positivo: Promover conductas adecuadas mediante recompensas y reconocimiento.
  • Terapia de exposición: En casos de ansiedad o fobias asociadas, enfrentar gradualmente situaciones temidas.

Estrategias para la familia

  • Sintonía emocional: Percibir, entender y responder adecuadamente a las emociones y necesidades del adolescente, desde la empatía y la recuperación de la confianza.

  • Establecer reglas claras y coherentes: Límites firmes pero justos que se mantengan en el tiempo.

  • Mejorar la comunicación: Practicar la escucha activa y expresar afecto de forma clara, y la molestia con respeto y tono calmado. 

  • Apoyo emocional: Ofrecer contención, permanecer con disponibilidad afectiva, y validar sentimientos sin juzgar. Implica a su vez, no invadir y dar espacio para una autorregulación en caso de ser necesario. 

  • Fomentar la participación positiva: Involucrar al adolescente en actividades familiares y toma de decisiones.

  • Entrenamiento en manejo de conductas: Técnicas para responder adecuadamente a conductas problemáticas, evitando castigos excesivos.

  • Refuerzo positivo: Elogios, privilegios, actividades agradables). 

  • Economía de fichas: Sistema de recompensa en el que el adolescente gana fichas o puntos por comportamientos positivos, que luego puede canjear por privilegios o recompensas.

  • Tiempo fuera: Retirar temporalmente al joven de una situación problemática para que se calme y deje la conducta inapropiada.

  • Modelado: Se demuestran conductas adecuadas para que el adolescente las observe e imite.

  • Entrenamiento en autocontrol: Identificar sus emociones y usar técnicas como la respiración profunda para manejar impulsos y evitar reacciones negativas.

  • Contrato conductual: Acuerdo escrito donde se establecen objetivos claros de conducta y las consecuencias positivas o negativas asociadas a su cumplimiento o incumplimiento.

  • Reestructuración de consecuencias: Aplicar consecuencias lógicas y relacionadas directamente con la conducta para que el adolescente entienda el impacto de sus actos y aprenda a modificar su comportamiento.

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Conclusiones 

Comprender qué son los problemas de conducta en adolescentes y cómo afectan al menor y a su entorno, es el primer paso para intervenir de forma efectiva. 

La adolescencia es una etapa compleja, pero también una oportunidad para reorientar comportamientos, promover la reflexión y construir vínculos saludables. Con acompañamiento, contención y estrategias adecuadas, es posible transformar estas conductas en aprendizajes significativos para la vida.

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Referencias 


Comité de Adolescencia de la Sociedad Uruguaya de Pediatría  (2002). Trastornos de conducta en la adolescencia. Archivos de Pediatría del Uruguay73(2), 78-79.

Peterle, C. F., Fonseca, C. L., Martins de Freitas, B. H. B., Gaíva, M. A. M., Diogo, P. M. J., & Bortolini, J. (2022). Problemas emocionales y de comportamiento en adolescentes en el contexto de COVID-19: un estudio de método mixto. Revista Latino-Americana de Enfermagem, 30(spe), e3743.

Wendt, Guilherme Welter, & Koller, Silvia. (2019). Problemas de Conduta em Crianças e Adolescentes: Evidências no Brasil. Revista de Psicologia da IMED11(2), 129-146. 

Técnicas de mindfulness: Ejercicios para el estrés y la ansiedad

Técnicas De Mindfulness
Técnicas de mindfulness

El mindfulness o atención plena, es una práctica derivada de la meditación budista Vipassana, que implica prestar atención consciente y sin juicio al momento presente. Nacida de las tradiciones budistas y adaptada a la psicología moderna, esta técnica ha demostrado ser eficaz para reducir el estrés, mejorar el bienestar emocional y tratar trastornos como la ansiedad. A través de diferentes técnicas de mindfulness, es posible entrenar la mente para estar más presente y menos atrapada en pensamientos rumiativos o catastróficos.

¿Qué son las técnicas de mindfulness?

Las técnicas meditativas han sido transmitidas por religiones y tradiciones espirituales desde hace dos mil años. Las técnicas de mindfulness sí tienen su origen en la meditación, un proceso en el que la persona dirige su atención para observar y tomar conciencia de lo que ocurre en su cuerpo y en su mente en cada instante, aceptando cada experiencia tal y como se presenta. 

Esta práctica, transmitida por Buda, busca eliminar el sufrimiento y las emociones destructivas, ya que, desde la perspectiva budista, tanto la felicidad como el dolor no dependen principalmente de las circunstancias externas, sino del estado de la propia mente.

El interés por las técnicas de mindfulness, no se limita al ámbito de la psicoterapia; también está generando un notable impacto en la investigación básica, especialmente en el campo de la neurofisiología, así como en el ámbito educativo, donde se perfila como una valiosa herramienta para el aprendizaje y el desarrollo integral.

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3 bases de las técnicas de mindfulness

Mindfulness plantea tres situaciones: 

  • Constructo
  • Práctica 
  • Proceso psicológico.

Como constructo, enfatiza la experiencia del momento presente con aceptación y sin juicio. De igual manera, está relacionado con metacognición, conciencia reflexiva y aceptación. 

Como práctica, las técnicas de mindfulness proponen entrenar a las personas a fin de que puedan identificar en cada instante sus propias sensaciones, emociones y pensamientos, tratando de sacarlas de la lógica estricta del lenguaje y, por lo tanto, del prejuicio y subyugación a las categorías y conceptos.

Como proceso psicológico, implica focalizar la atención en lo que se está haciendo o sintiendo, con el fin de tomar conciencia del funcionamiento del organismo y de las conductas. Esto requiere dar un paso de la reactividad mental (respuestas automáticas e inconscientes) a la responsabilidad (respuestas controladas y conscientes); es decir, retirar a la mente del “piloto automático. 

¿Por qué practicar técnicas de mindfulness?

técnicas de mindfulness
técnicas de mindfulness

El estudio de Zambrano y Tomalá, muestra cómo el estrés puede desencadenar angustia y trastornos psicológicos, impactando en áreas sociales y familiares. (Callisaya, 2024). 

La falta de habilidades adaptativas puede desembocar en fatiga y ansiedad, obstaculizando las actividades diarias. La ansiedad puede influir en la conducta, incentivando el consumo de alimentos o sustancias, y está estrechamente ligada al estado de ánimo. Si bien, la ansiedad es una respuesta normal ante situaciones estresantes, cuando se vuelve persistente, interfiere en la vida diaria y genera malestar constante, por la tendencia a vivir en el futuro, anticipando peligros que muchas veces no ocurren. 

Es entonces que las técnicas de mindfulness se vuelven esenciales en este punto, puesto que ayudan a traer la atención al aquí y ahora, reduciendo la activación fisiológica y mental, reduciendo el estrés y mejorando los niveles de ansiedad, depresión y dolor.

Lee también: Técnicas psicológicas para combatir la ansiedad

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Principales técnicas de mindfulness

A continuación, se describen algunas de las técnicas de mindfulness más utilizadas, especialmente útiles como ejercicios de mindfulness para la ansiedad:

  • Respiración consciente: Consiste en enfocar la atención en la respiración, observando cómo el aire entra y sale del cuerpo.
    Este ejercicio activa el sistema nervioso parasimpático, responsable de la relajación, y es ideal para momentos de ansiedad intensa. No se trata de modificar la respiración, sino de notarla tal como es.
    • Siéntate cómodamente y cierra los ojos.
    • Lleva tu atención al movimiento del abdomen o las fosas nasales al respirar.
    • Siente cómo el aire ingresa por la nariz y se extiende a los pulmones, diafragma y estómago.
    • Si tu mente se distrae, vuelve con amabilidad a la respiración.

  • Escaneo corporal: El body scan es una técnica guiada que consiste en recorrer mentalmente el cuerpo desde los pies hasta la cabeza, observando las sensaciones físicas.
    Este ejercicio ayuda a soltar tensiones acumuladas, favorece la conexión cuerpo-mente, y reduce el estrés y mejora el sueño.

  • Observación de pensamientos: Uno de los pilares del mindfulness es reconocer los pensamientos sin identificarse con ellos. Esto es particularmente útil en la ansiedad, donde los pensamientos suelen ser repetitivos y negativos. Esta es una de las técnicas de mindfulness que permite desarrollar la “mente del observador”, que permite tomar distancia emocional de las preocupaciones.
    • Imagina que tus pensamientos son nubes que pasan por el cielo.
    • Observa cada pensamiento sin intentar detenerlo ni juzgarlo.
    • Regresa al presente enfocándote en tu respiración o algún sonido del entorno.

  • Atención plena en actividades cotidianas: El mindfulness no se limita a la meditación formal. Puedes practicarlo mientras caminas, comes o te duchas, prestando atención plena a la experiencia sensorial.
    Este tipo de práctica diaria entrena la mente para estar presente, lo cual disminuye los estados ansiosos a lo largo del día.
    Ejemplo: Mindful eating o Comer con atención plena:
    • Come en un lugar tranquilo, sin distracciones.
    • Observa y huele la comida antes de probarla.
    • Mastica despacio, notando sabores y texturas.
    • Escucha tu cuerpo y detente cuando estés satisfecho.
    • Agradece el momento y los alimentos.

  • 5 sentidos: Anclar la atención en el momento presente desde lo sensitivo. Al hacerlo, la mente se aleja de pensamientos intrusivos o preocupaciones y se conecta con la experiencia sensorial inmediata, favoreciendo la calma y la claridad mental.
    • Vista: Observa 5 cosas a tu alrededor.
    • Oído: Escucha 4 sonidos diferentes.
    • Tacto: Siente 3 texturas con tus manos o piel.
    • Olfato: Percibe 2 olores.
    • Gusto: Nota 1 sabor presente en tu boca.

  • Agua tibia: Frotar las manos fuertemente en agua tibia es una práctica que genera calma. Esto ayudará a abrir los vasos sanguíneos y eliminar el estado de estrés en el cerebro.

  • Meditación guiada: Las meditaciones guiadas por aplicaciones, videos o terapeutas son una excelente forma de iniciar en el mindfulness. Hay cientos de opciones enfocadas en reducir la ansiedad, mejorar el sueño o cultivar la compasión.

Apps recomendadas

  • Headspace
  • Insight Timer
  • Calm

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Conclusiones 

Las técnicas de mindfulness ofrecen un camino accesible y eficaz para manejar la ansiedad, el estrés y el dolor. 

Con práctica constante, es posible reducir la intensidad de los síntomas, mejorar la calidad de vida y desarrollar una relación más amable con uno mismo. No se trata de eliminar la ansiedad, sino de aprender a convivir con ella desde una perspectiva más consciente y serena.

Referencias

Callisaya-Condori, Juan Carlos. (2024). Mindfulness como Estrategia para la Gestión de Ansiedad Ocasionada por Consumo de Sustancias Psicoactivas. Revista Tecnológica-Educativa Docentes 2.017(1), 310-319.

Hervás, Gonzalo, Cebolla, Ausiàs, & Soler, Joaquim. (2016). Intervenciones psicológicas basadas en mindfulness y sus beneficios: estado actual de la cuestión. Clínica y Salud27(3), 115-124. 

Vásquez-Dextre, Edgar R. (2016). Mindfulness: Conceptos generales, psicoterapia y aplicaciones clínicas. Revista de Neuro-Psiquiatría79(1), 42-51.

Depresión o tristeza: Diferencias importantes

Depresión o tristeza
Depresión o tristeza

La pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa o un fracaso profesional pueden provocar emociones intensas y dolorosas, por lo que experimentar tristeza profunda es una parte natural de la vida. Pero ¿qué ocurre cuando esa tristeza no desaparece o aparece sin un motivo claro? ¿Cómo sé si tengo depresión o tristeza?

Comprender la diferencia entre depresión o tristeza es fundamental para poder buscar ayuda adecuada y emprender un proceso de recuperación.

Tristeza: Una emoción básica

La tristeza es una emoción básica que cumple una función adaptativa y reguladora, la cual surge como respuesta ante una pérdida significativa, una frustración o un fracaso, y tiene como propósito facilitar el procesamiento psicológico de esa pérdida, encontrando consuelo y promoviendo la introspección, generando una conexión con uno mismo y con los demás en la búsqueda de apoyo.

Con ello, Anabel González afirma que la tristeza es una emoción necesaria, no patológica, la cual invita a parar, reflexionar, asumir pérdidas y recolocar internamente lo que ha ocurrido.

Una buena salud emocional implica permitirse sentir tristeza, sin caer en el desborde ni en la evitación.

Las personas con dificultades de regulación emocional suelen tener miedo de sentirse tristes o se desconectan de esta emoción. Acompañar la tristeza sin juicio y con autocompasión permite que la emoción cumpla su función y no se cronifique.

“La tristeza es una emoción sabia, que nos permite contactar con lo importante, aceptar lo que ya no está, y recolocar lo que nos duele.” Anabel González

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Depresión: Un trastorno complejo

La depresión es un trastorno, es decir, una condición clínica que interrumpe el funcionamiento diario, las relaciones, la motivación y la percepción del sentido de vida. Esta suele implicar apatía, desesperanza, baja autoestima, alteraciones del sueño y del apetito, fatiga, dificultad para concentrarse, y en algunos casos, ideas de muerte.

En algunos casos, no tiene un desencadenante claro, y puede parecer desproporcionada al estímulo. Esto bloquea la vida emocional, generando vacío. 

Depresión y tristeza profunda

En casos donde se entremezclan los conceptos de depresión o tristeza profunda, estos pueden parecer similares por su intensidad emocional, pero no son lo mismo.

La tristeza profunda es una respuesta emocional intensa ante una pérdida significativa, como la muerte de un ser querido, una ruptura o una crisis vital. Aunque duele, tiene un origen identificable, permite expresar el dolor (por ejemplo, a través del llanto) y suele disminuir con el tiempo si se procesa adecuadamente.

Por otro lado, la depresión es un trastorno del estado de ánimo, más complejo y duradero. En la depresión, la capacidad de sentir puede estar bloqueada: no solo se experimenta tristeza, sino una desconexión emocional generalizada y una sensación de que nada mejorará, afectando significativamente el funcionamiento diario. 

Características comunes de la tristeza profunda

Para diferenciar mejor entre depresión o tristeza profunda, se encuentran las siguientes características de la tristeza profunda:

  • Tiene un motivo claro (una pérdida, una discusión, una etapa difícil).
  • Es transitoria, aunque puede durar días o semanas.
  • No impide totalmente las actividades diarias.
  • No suele afectar de forma severa la autoestima.
  • Mejora con el tiempo y el apoyo emocional.

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Depresión o tristeza

Aaron Beck, señala que la depresión se caracteriza por un patrón de pensamientos negativos sobre uno mismo, el mundo y el futuro, lo que no ocurre en la tristeza normal. La tristeza es una emoción sana y transitoria, mientras que la depresión es un trastorno clínico que requiere atención profesional. 

Cuando uno empieza a preguntarse si lo que tiene es depresión o tristeza, se debe prestar atención al tiempo, el interés y el motivo

Si uno lleva más de dos semanas con tristeza intensa, pérdida de interés por las cosas, fatiga persistente o dificultades para realizar tus actividades diarias, es momento de buscar apoyo. No es necesario “tocar fondo” para pedir ayuda.

Con esto, la depresión tiene tratamiento. La combinación de psicoterapia, cambios en el estilo de vida y, en algunos casos, medicación, puede marcar una gran diferencia

Para saber más: Me siento triste: Un camino hacia la comprensión y el bienestar

Vacío sin llanto 

Cuando se confunde entre depresión o tristeza, por una sensación “extraña de vacío” debemos comprender que la depresión no siempre se presenta con tristeza evidente o llanto; a veces, se manifiesta como irritabilidad, apatía o fatiga crónica. 

Este fenómeno se conoce como depresión sin tristeza, y es más común de lo que se piensa, especialmente en hombres o personas que han aprendido a reprimir sus emociones.

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Conclusiones

La diferencia entre depresión o tristeza puede parecer sutil, pero sus implicaciones son muy distintas. La tristeza es parte del ser humano, mientras que la depresión es un trastorno que puede afectar profundamente la calidad de vida.

Escuchar las emociones, validarlas y buscar ayuda cuando es necesario, resulta esencial como un acto de autocuidado y responsabilidad. Pedir ayuda es un signo de fortaleza, no de debilidad.

Referencias

Botto, Alberto, Acuña, Julia, & Jiménez, Juan Pablo. (2014). La depresión como un diagnóstico complejo: Implicancias para el desarrollo de recomendaciones clínicas. Revista médica de Chile142(10), 1297-1305. 

Cruz, G. (2012). De la tristeza a la depresión. Revista Electrónica de Psicología Iztacala. 15, (4). 1310 – 1325.

López Herrero, Luis-Salvador, & Pérez, Ana. (2003). La cara oculta de la tristeza. Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, (87), 53-65.

Gestación subrogada: Qué es, implicaciones y controversias

gestacion subrogada
Gestación subrogada

La gestación subrogada, es una técnica de reproducción asistida en la que una mujer gesta y da a luz a un bebé para otra persona o pareja. La mujer que lleva el embarazo se denomina “madre o gestante subrogada”, y no será considerada legalmente la madre del niño, ya que su función es portar el embarazo para quienes serán los padres intencionales.

El proceso se ha convertido en una alternativa viable para personas con problemas de fertilidad, parejas homosexuales, mujeres sin útero funcional o personas solteras que desean tener hijos biológicos. 

Gestación subrogada: definición

La gestación subrogada se define como un procedimiento mediante el cual una mujer acepta llevar un embarazo en nombre de otra persona o pareja. Se le ha dado también otros nombres como “gestación o maternidad por sustitución; vientres de alquiler, alquiler de vientres o de útero, maternidad de encargo, maternidad portadora, o subrogación uterina, donde la persona que lleva el embarazo se denomina gestante subrogada o portadora gestacional y la pareja o persona que pretende criar al niño se denomina padres intencionales o progenitor intencional.

Los embarazos por gestación subrogada se logran generalmente mediante fecundación in vitro (FIV). Procedimiento que consiste en crear un embrión en laboratorio a partir de un óvulo y un espermatozoide, que pueden provenir de los futuros padres o de donantes, para transferir el embrión al útero de la gestante. O bien, en casos, la gestante subrogada aporta el óvulo: 

  1. Subrogación gestacional: la gestante no aporta material genético. El embrión se crea con los gametos (óvulo y espermatozoide) de los padres intencionales o de donantes.
  2. Subrogación tradicional: la gestante aporta su propio óvulo, por lo tanto, es la madre biológica del niño.

Lee también: Psicología del embarazo: Comprendiendo los cambios durante la gestación

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Perspectiva amplia de la gestación subrogada

La gestación subrogada implica no solo describir el procedimiento, sino también entender sus dimensiones éticas, emocionales y culturales. Es un acto que puede significar una oportunidad única para formar una familia, pero también puede involucrar vulnerabilidades si no se realiza con regulaciones claras.

Generalmente, las personas que recurren a la subrogación son: 

  • Parejas heterosexuales con infertilidad
  • Parejas homosexuales
  • Personas solteras
  • Personas transgénero

Los criterios éticos recomiendan realizar evaluaciones médicas y psicológicas tanto a los padres intencionales como a la gestante antes de iniciar el proceso.

Es entonces que se llega a un acuerdo que puede ser remunerado económicamente o puede realizarse de forma exclusivamente altruista, por lo que conduce a debates y desacuerdos sociales. 

Diferentes posturas: ¿Alquiler de vientres?

El término “alquiler de vientres” se asocia a la perspectiva crítica, puesto que implica una connotación comercial o mercantilista del cuerpo femenino. Desde esta visión, la mujer gestante es vista como un medio de producción, lo cual puede atentar contra su dignidad y autonomía.

En contraposición, defensores de la gestación subrogada subrayan que muchas mujeres deciden libremente colaborar con otras familias, ya sea por motivos altruistas o como una fuente de ingresos, sin sentirse explotadas. La clave está en asegurar que la gestante reciba información clara, asistencia médica adecuada, apoyo psicológico y compensación justa cuando corresponda.

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Marco legal

La legislación varía enormemente según el país. En algunos lugares está completamente prohibida, en otros es permitida con ciertas restricciones, y hay países donde se regula de forma más abierta e incluso, se ha permitido su práctica de manera comercial. 

Esto ha levantado críticas por el posible aprovechamiento de mujeres en situaciones económicas precarias. Por ello, muchos organismos internacionales recomiendan protocolos que prioricen el bienestar de la mujer gestante y el interés superior del niño.

Esta diversidad genera conflictos legales cuando los procesos de gestación subrogada se realizan en el extranjero. 

Implicaciones psicológicas y emocionales de la gestación subrogada

Tanto la gestante, como los padres intencionales y el bebé, atraviesan un proceso emocional complejo. 

La gestante puede experimentar satisfacción al ayudar, pero también sentimientos de apego y tristeza al entregar al bebé. Esto genera una mezcla de emociones, como alegría, alivio o una sensación de vacío, combinada con estrés y ansiedad. 

Los padres intencionales suelen sentir ilusión e incertidumbre, pero a su vez ansiedad, culpa o miedo al rechazo social y al del bebé, por no tener control directo sobre el embarazo y por el vínculo con el recién nacido. 

En cuanto al bebé nacido por gestación subrogada aún es objeto de estudio, ya que depende de múltiples factores. Su bienestar emocional depende del tipo de subrogación y del entorno en que crezca. Si el bebé es recibido en un ambiente afectivo y estable, su desarrollo suele ser similar al de otros niños. No obstante, se recomienda abordar con naturalidad su origen para favorecer una identidad emocional saludable, favoreciendo la coherencia para evitar posibles confusiones o conflictos emocionales en la adolescencia.

Puede interesarte: Embarazo psicológico: La ilusión de un embarazo sin bebé

Una mirada desde la psicología prenatal

La gestación subrogada plantea desafíos importantes en relación al apego temprano y la regulación emocional del bebé. 

Durante el embarazo, el feto no solo recibe estímulos biológicos, sino también señales emocionales a través del cuerpo de la gestante: su tono de voz, ritmo cardíaco, niveles hormonales y estados afectivos influyen directamente en el desarrollo neurosensorial del bebé. Esta conexión forma parte del vínculo prenatal, fundamental para el desarrollo de un apego seguro tras el nacimiento.

Cuando, tras el parto, el bebé es separado inmediatamente de la gestante (la figura que ha sido su entorno vital durante nueve meses) puede vivenciar un quiebre abrupto que, podría interpretarse como una primera experiencia de pérdida o desconexión. Por lo que, si no se maneja con sensibilidad, afecta la formación del apego con los padres intencionales, especialmente si no hay contacto físico inmediato, sostén emocional o continuidad sensorial.

Por ello, la presencia temprana y afectuosa de los padres, el contacto piel con piel, el sostén emocional constante y la construcción de una narrativa clara y amorosa sobre el origen del bebé son fundamentales para mitigar posibles efectos traumáticos y favorecer un apego sano.

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Acompañamiento psicológico 

El acompañamiento psicológico es un componente esencial en todo proceso de gestación subrogada. Diversos estudios señalan que, cuando la gestante recibe orientación emocional adecuada antes, durante y después del embarazo, puede vivir la experiencia de forma positiva, sin generar conflictos afectivos al momento de entregar al bebé, especialmente en los casos donde no existe vínculo genético (subrogación gestacional).

Por su parte, los padres intencionales también se benefician del apoyo terapéutico para gestionar la ansiedad, las expectativas, y fortalecer el vínculo con el bebé desde el nacimiento. La preparación emocional, la comunicación clara entre las partes y una narrativa compartida sobre el origen del niño favorecen una vivencia más saludable, contenedora y respetuosa para todos los involucrados.

Para saber más: Maternidad consciente, ¿Qué es? ¿Cómo construirlo?

Conclusiones

La gestación subrogada es una alternativa compleja que combina avances médicos con profundas implicaciones éticas, legales y emocionales. Más allá del deseo legítimo de formar una familia, este proceso involucra a tres partes (gestante, padres intencionales y bebé), cuyas experiencias deben ser cuidadosamente acompañadas. 

La regulación clara, el respeto por los derechos de todos los involucrados y el apoyo psicológico continuo son fundamentales para garantizar que la subrogación sea una práctica ética, segura y emocionalmente saludable.

Referencias

Cleveland Clinic. (2022). Gestational surrogacy: What is it, process, risks & benefits. Cleveland Clinic.

Golombok, S., Blake, L., Casey, P., Roman, G., & Jadva, V. (2013). Children born through reproductive donation: A longitudinal study of psychological adjustment. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 54(6), 653–660.

Zurriaráin, Roberto Germán. (2019). La maternidad subrogada: ¿«solidaridad» o «explotación»?. Medicina y ética30(4), 1231-1276.

Joven rebelde: Comprendiendo la rebeldía en adolescentes

Joven rebelde

Joven rebelde es una expresión que suele describir la etapa de la adolescencia, un periodo marcado por profundos cambios físicos, emocionales y sociales. Durante estos años, muchos adolescentes adoptan actitudes desafiantes que pueden generar tensiones en el ámbito familiar y escolar. Sin embargo, la rebeldía no siempre debe interpretarse como un problema patológico; en muchos casos, constituye un proceso natural de individuación y construcción de identidad, necesario para el desarrollo de la autonomía personal.

Adolescencia como etapa compleja

La adolescencia es una etapa compleja del desarrollo marcada por profundos cambios físicos, emocionales, cognitivos y sociales, los cuales no son fáciles de llevar. Durante este periodo, los adolescentes transitan desde la dependencia infantil hacia una progresiva autonomía, lo que implica la construcción de la identidad, la exploración de nuevos roles y la necesidad de pertenencia.

Por ello, los padres dejan de verse como seres idealizados, y se empiezan a notar las limitaciones, por lo que se produce cierto alejamiento de la familia y las amistades pasan a focalizar la atención y la preferencia del futuro adulto.

Estos procesos, a menudo intensos y contradictorios, pueden generar confusión, conflictos con figuras de autoridad y una emocionalidad fluctuante, por lo que también incluye una etapa de exploración. Esta, basada de igual manera en la búsqueda de sentido, la necesidad de validación y el deseo de diferenciarse del entorno familiar.

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¿Cómo es un joven rebelde?

La rebeldía en la adolescencia se manifiesta a través de comportamientos opositores, desafíos a la autoridad, actitudes provocadoras o el rechazo a normas establecidas. Según Erik Erikson, el adolescente atraviesa la etapa del desarrollo llamada “identidad vs. confusión de roles”, donde busca afirmarse como individuo, lo cual puede generar conflictos con figuras de autoridad (Erikson, 1968).

Esta búsqueda de autonomía no necesariamente implica una intención de dañar, sino de ensayar quiénes son y qué piensan. La rebeldía puede ir desde cuestionamientos verbales hasta conductas más graves como el consumo de sustancias o el abandono escolar, dependiendo de múltiples factores.

Causas de la rebeldía en adolescentes

Las causas principales para que un joven rebelde muestre determinadas conductas son multifactoriales y pueden incluir aspectos individuales, familiares, sociales y culturales:

  1. Desarrollo neurológico: El cerebro adolescente aún se encuentra en desarrollo, especialmente la corteza prefrontal, encargada del juicio y la autorregulación (Steinberg, 2014). Esto puede provocar conductas impulsivas y dificultad para prever consecuencias.
  2. Cambios hormonales: Se generan mayores cambios anímicos por el aumento de testosterona, asociada con la competitividad, y con la menstruación.
  3. Búsqueda de identidad: La necesidad de diferenciarse de los padres, establecer valores propios y buscar un sentido de pertenencia influye en actitudes desafiantes.
  4. Relaciones familiares: Un estilo parental autoritario o inconsistente, la falta de comunicación o la sobreprotección pueden intensificar la rebeldía (Baumrind, 1991).
  5. Presión de grupo: Los adolescentes suelen sentirse influenciados por sus pares, y a veces adoptan comportamientos disruptivos como forma de aceptación o pertenencia.
  6. Factores socioculturales y experiencias adversas: Problemas económicos, violencia familiar o acoso escolar pueden aumentar la vulnerabilidad del joven.
  7. Conflicto intrapsíquico: Desde el enfoque psicoanalítico, existe un conflicto entre los impulsos inconscientes, las normas internalizadas y la búsqueda de identidad.
  8. Información desadaptativa: Desde el modelo de Procesamiento de la Información Adaptativa, las experiencias adversas no procesadas adecuadamente, activan respuestas emocionales intensas como irritabilidad, impulsividad o rechazo, como mecanismos de defensa frente a recuerdos implícitos no integrados.

Lee también: Autolesión en adolescentes: estrategias de ayuda

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¿Qué hacer ante un joven rebelde?

Lidiar con un adolescente rebelde puede ser un reto emocional. No obstante, existen las siguientes estrategias que pueden ayudar:

  • Crear un entorno seguro: Evita los juicios, las amenazas o los interrogatorios. El adolescente necesita sentir que puede expresarse sin ser atacado ni malinterpretado
  • Fomentar la comunicación empática: Escuchar validando sus emociones y evitar reacciones impulsivas fortalece el vínculo (Siegel & Bryson, 2012). Asimismo, la presencia silenciosa y la disponibilidad, permite la libertad de expresión.
  • Establecer límites claros y negociables: La estructura y la consistencia dan seguridad, pero también es importante dar espacio para la autonomía progresiva. Incluirlos en la creación de reglas favorece el compromiso y el respeto.
  • Modelar comportamientos saludables: Los adolescentes aprenden más por observación que por imposición. Mostrar autorregulación y respeto favorece el aprendizaje emocional.
  • Mantener la calma y la coherencia: Evitar responder con gritos, castigos desproporcionados o reacciones impulsivas. La autoridad firme pero afectiva transmite seguridad.
  • Observar más allá de la conducta: La rebeldía puede ocultar baja autoestima, inseguridad, miedo o experiencias difíciles. En lugar de castigar el síntoma, es importante explorar sus causas.
  • Buscar ayuda profesional: Cuando la rebeldía es extrema, persistente y se asocia a conductas de riesgo o deterioro del funcionamiento diario, una intervención psicológica puede ser esencial para brindar estrategias adecuadas.

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Conclusiones

Un joven rebelde muestra una expresión común y esperable dentro de un periodo vital caracterizado por intensos cambios físicos, emocionales y sociales. Este comportamiento, aunque a menudo desafiante, representa en muchos casos un proceso natural de búsqueda de identidad y autonomía, parte esencial del desarrollo hacia la adultez.

Entender que la rebeldía en la adolescencia no es un simple acto de desafío, sino una manifestación compleja que puede estar influida por factores neurológicos, hormonales, familiares y sociales, permite a padres y educadores responder con empatía y estrategias efectivas.

Acompañar al joven rebelde desde el respeto y la comprensión, y buscar ayuda profesional cuando sea necesario, facilita un desarrollo saludable y fortalece las relaciones familiares, respetando su proceso de individuación y construcción de identidad.

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Referencias

Alvarez Robinson, Reina Mercedes, & Robinson Rodríguez, Rosa Julia. (2016). Estrategia de intervención educativa para mejorar la conducta en adolescentes. MEDISAN20(3), 329-335.

Cortés, A. (2023, 2 de febrero). Adolescentes rebeldes. ¿Cuándo debemos buscar ayuda? ITA Salud Mental.

Peralta Lemus, A. J. (2025). Adolescentes rebeldes: Claves para entender a tus hijos sin romper la relación. Universidad Privada Franz Tamayo.

Falta de deseo sexual: Causas y abordaje

Falta de deseo sexual
Falta de deseo sexual

La falta de deseo sexual, también conocida como deseo sexual hipoactivo, es una problemática que afecta tanto a hombres como mujeres, y puede tener un impacto significativo en la vida individual y de pareja.

Se estima que entre el 10% y 15% de los adultos pueden experimentar esto en algún momento de su vida, y aunque suele ser más reportado por mujeres, también es frecuente en hombres, especialmente en contextos de estrés, enfermedad o conflictos relacionales.

¿Qué es la falta de deseo sexual?

La falta de deseo sexual o la disminución de la libido se caracteriza por una disminución o ausencia persistente de pensamientos sexuales, fantasías eróticas o interés por la actividad sexual. Esto varía en gran medida entre individuos y puede disminuir temporalmente por trastornos como la fatiga y la ansiedad, aunque de igual manera, tiende a reducirse gradualmente con la edad.

El deseo sexual también implica afectos, puesto que conlleva una conexión emocional y un intercambio de energías, puesto que puede generar bloqueos desde el aspecto relacional-emotivo.

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Causas y trasfondo

La falta de deseo sexual puede tener múltiples causas, tanto psicológicas como físicas y relacionales. El estrés, la depresión, la ansiedad o traumas pasados pueden afectar negativamente la libido. Esto implica que la conexión sexual no solamente implica lo físico, sino que lo afectivo cobra importancia, por el contenido emocional almacenado en la esfera somática. Cuando una persona presenta bloqueo somático, muchas veces se relaciona con situaciones incómodas relacionados al tema sexual, las cuales no están saliendo a flote.

También influyen la baja autoestima, una imagen corporal negativa o sentimientos de culpa hacia la sexualidad. En el ámbito de la pareja, los conflictos, la rutina o la falta de conexión emocional pueden disminuir el deseo, así como los factores hormonales.

Asimismo, se ha estudiado que la educación sexual recibida y las creencias culturales pueden generar bloqueos o represión del deseo, especialmente en mujeres.

Lee también: Deseo sexual: factores que influyen

Tipos de deseo sexual hipoactivo

Existen diferentes tipos en los que puede manifestarse la falta de deseo sexual, cada uno con sus propias características:

  • Deseo sexual hipoactivo primario: Suele presentarse principalmente en mujeres que nunca han experimentado un deseo sexual significativo. Se caracteriza por la ausencia de fantasías sexuales y una escasa iniciativa o interés por la actividad sexual. Comienza generalmente en la adolescencia y tiende a agravarse en la adultez.
  • Deseo sexual hipoactivo secundario: Afecta a personas que anteriormente tenían un deseo sexual normal, pero que con el tiempo lo han perdido de forma progresiva o repentina.
  • Falta de deseo sexual generalizada: el desinterés se extiende a todas las personas, incluida la pareja, sin que haya atracción o interés sexual por nadie en particular.
  • Falta de deseo sexual situacional: La persona no experimenta deseo sexual hacia su pareja actual, pero sí puede sentir atracción o deseo por otras personas.

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Diferencias de la falta de deseo sexual en hombres y mujeres

En el caso de los hombres, la falta de deseo sexual puede estar relacionada con factores hormonales como una baja de testosterona, el consumo de medicamentos (antidepresivos, antihipertensivos), problemas psicológicos como ansiedad o depresión, o dificultades en la relación de pareja (Corona et al., 2016). Asimismo, enfermedades como cáncer de próstata avanzado o la enfermedad renal crónica, también afectan a la disminución de la libido.

En las mujeres, las causas pueden ser aún más complejas e incluir fluctuaciones hormonales (como las que se presentan en el embarazo, posparto o menopausia), experiencias sexuales negativas, dolor durante el coito (dispareunia), autoimagen corporal negativa o trastornos del estado de ánimo. Estudios señalan que el 30% de las mujeres manifiestan algún grado de deseo sexual bajo a lo largo de su vida.

Encuentra estrategias para aumentar la libido en mujeres.

La falta de deseo sexual en el matrimonio

En el contexto del matrimonio o de relaciones de largo plazo, la falta de deseo sexual puede tener un componente relacional importante. La rutina, los resentimientos no resueltos, la falta de comunicación afectiva y sexual, así como las exigencias del día a día, pueden erosionar el vínculo erótico. Según Schnarch (1997), la intimidad sexual duradera no se basa solo en la atracción física, sino en la conexión emocional, la autenticidad y el crecimiento individual, lo cual se basa principalmente en una favorable conexión comunicativa, de cercanía, juego empatía.

Cuando uno o ambos miembros de la pareja experimentan deseo sexual bajo, esto puede generar sentimientos de rechazo, inseguridad o resentimiento, que a su vez profundizan la distancia emocional. Sin embargo, no siempre la falta de deseo implica falta de amor; muchas veces es una señal de que algo en la dinámica necesita ser revisado y atendido.

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Tratamiento y abordaje

El abordaje de la falta de deseo sexual requiere una evaluación multidimensional. Desde el enfoque psicológico, la terapia sexual individual o de pareja puede ser de gran utilidad. Esta intervención permite explorar creencias disfuncionales sobre la sexualidad, trabajar el erotismo, abordar experiencias que generan bloqueo, mejorar la comunicación y reconstruir la intimidad.

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha mostrado eficacia al ayudar a identificar y modificar pensamientos negativos o evitativos relacionados con el sexo. Asimismo, la Terapia EMDR, aborda la inseguridad construida desde experiencias traumáticas sobre el tema sexual. Por otro lado, terapias centradas en el mindfulness y la atención plena han demostrado beneficios en mujeres con deseo sexual bajo, al ayudarles a reconectar con las sensaciones corporales y la experiencia del placer.

En casos donde se identifican causas hormonales, puede considerarse el tratamiento médico con estrógenos, andrógenos o moduladores hormonales, siempre bajo supervisión especializada.

Conclusiones

La falta de deseo sexual es una experiencia compleja que no debe entenderse como una simple disfunción, sino como una manifestación de múltiples factores interconectados: biológicos, psicológicos, relacionales y sociales.

Comprender su trasfondo, permite abordarlo con mayor empatía y eficacia, pues la libido no desaparece sin razón: suele ser una señal de que algo en la historia personal o en la relación necesita ser escuchado, comprendido y transformado.

Por ello, el tratamiento requiere una mirada integradora que combine intervención médica si es necesario, con un acompañamiento terapéutico que facilite la reconexión con el cuerpo, la intimidad y el derecho al placer. Recuperar el deseo no siempre significa volver al punto de inicio, sino avanzar hacia una sexualidad más consciente, libre y auténtica.

Referencias

Guillén, A. (2024). Falta de deseo sexual: qué es, síntomas y tratamiento. Top Doctors Diccionario Médico.

Jimbo, M. (2024). Reducción de la libido en los hombres. En MSD Manuals.

Mayo Clinic. (2022, septiembre 15). Low sex drive in women: Symptoms and causes.

Schnarch, D. (1997). Passionate Marriage. W.W. Norton & Company.